La mayoría nos acordaremos de los tiempos anteriores al 2007 en los que en el peor de los casos la costumbre era la actualización salarial tomando como referencia el índice IPC. Este IPC en sectores como la construcción o tecnológico, podría incrementarse en valores exorbitados según la situación personal de cada trabajador referida a formación, objetivos, desempeño, la demanda del mercado o la propia situación económica de la empresa.
La crisis nos devolvió a la dura realidad y aquellos que mantuvieron su puesto de trabajo experimentaron cosas nunca vistas, como la congelación de los salarios o negociación para una reducción alternativa, vimos que el IPC dejó de ser un índice de actualización salarial. En el sector público se retuvieron las pagas extras, bajó el absentismo hasta niveles nunca vistos, se perdieron millones de puestos de trabajo… Por consiguiente las contrataciones ya no tenían los precios “precrisis” en ningún sector y hubo que adecuar el nivel de vida a la realidad ocurriendo innumerables tragedias personales…
En esta etapa de crisis, las empresas fueron incapaces de subir salarios y los departamentos de RRHH ideaban sistemas por los cuales hacer atractivas sus organizaciones, como por ejemplo ofrecer a los trabajadores beneficios fiscales a través de la gestión de productos que si se adquirían a través de la empresa se podrían obtener interesantes descuentos en el IRPF, como fueron la Guardería, Formación, Alquileres, Transporte… si esto lo sumábamos al portfolio de la organización que además nos ofrecía un entorno flexible de trabajo, quizás hasta teletrabajo ocasional, cursos, entornos amigables, planes de carrera… harían competitiva su oferta laboral para captar a profesionales muy demandados. Esto ocasionó que el entorno laboral cambiara y los departamentos de RRHH se volcaran hacía el trabajador.
También empezó un importante desarrollo de negocio en empresas vinculadas a este tipo de productos como las consultoras que diseñaban e implantaban planes de retribución flexible, empresas tecnológicas que construían plataformas para la automatización de la gestión del producto de retribución flexible entre la empresa y el trabajador y aquellas que se dedicaban más bien a la labor de los trámites administrativos y logísticos del producto.
Después de alrededor 10 años de crisis, como en cualquier riada, las aguas vuelven a su cauce, pero dejan una devastación en los lindes que tarda en recuperarse, y como es lógico, nunca lo hará de la misma forma que estaba, ya que aunque sea poca cosa lo que se aprende, algo queda para que en crisis futuras los daños se minimicen.
Y al parecer, una de las cosas que hemos aprendido es que los salarios no deben de subir de la misma manera que antes.
En la actualidad, aunque el Gobierno nos dice que estamos creciendo a un 3,5 % de tasa interanual siendo el país que más crece de la unión europea, los salarios siguen sin ser actualizados. El incremento de los salarios ya no está ligado el IPC, ni siquiera las pensiones están ligadas a este índice, al menos por ahora y se están estudiando otros mecanismos de actualización como la productividad, etc.
Pero como algo hay que hacer, o mejor dicho, algo hay que dar, en ocasiones se están planteando reducciones de la jornada laboral con el mantenimiento de condiciones pactadas, siguiendo con la estrategia de hacer cada vez más atractiva y llevadera la situación del trabajador en su puesto de trabajo, encaminada a una añorada y demandada conciliación familiar real. Y ante oferta tan magnífica, el trabajador suele preguntar…
-¿Reducción de mi jornada laboral… sin reducción salarial?
-Así es…, te mantengo tus actuales condiciones
– ¡COMPROOOOOOOOOOOOO!
Pero la realidad es que en los últimos 10 años según fuentes estadísticas, ha habido un incremento del IPC del 12,5 % y en la gran mayoría de los casos no se ha aplicado tal incremento en los salarios y en algunos de ellos se han reducido, por lo que la estrategia pasa por ser una adecuación de la jornada al salario percibido, y con esto todos contentos…
Cada momento tiene sus características que le hacen especial y el ingenio hace que nos adaptemos sin salirnos del marco legal vigente. De las crisis surgen nuevas situaciones y oportunidades y a cada uno de nosotros dentro de nuestro rol en la empresa, nos toca el convertir la adversidad en oportunidad, y desde luego venderlo y convencer de ello.