Creo que no miento si digo que casi todos hemos sentido el impacto de la pandemia como algo completamente nuevo. Nos hemos sentido desubicados y sin rumbo. Pues bien, las empresas deben saber cómo afrontar todo lo que ello conlleva.
Los desastres naturales, las pandemias y otros eventos crean una serie de problemas para las empresas y quienes la dirigen, desde daños estructurales hasta pérdida de productividad y asistencia de los empleados. Si nos ponemos en esta situación, no debemos apresurar a los empleados estresados y traumatizados el regreso al trabajo. Probablemente no podrán concentrarse en sus tareas hasta que sepan manejar su situación y se merezcan el tiempo y el apoyo necesarios para volver a ser efectivos.
Somos Humanos
Se llaman Recursos Humanos precisamente por eso. Porque la empresa u organización tiene que trabajar directamente con las personas y por tanto hay que tener en cuenta sus sentimientos y el estado mental en que se encuentran. Así que, cuando ocurre un desastre o crisis de cualquier tipo, el elemento humano debe tener prioridad sobre los negocios y la industria.
El trato derivado de estos acontecimientos, me refiero al trato compasivo y de ponerse en los zapatos del otro, podrá fomentar resultados duraderos, como una mayor relación entre los empleados y una lealtad que trasciende a su organización.
No obstante, se necesita encontrar un equilibrio adecuado entre lo que necesita la empresa y lo que necesitan las personas para recuperarse. Los pasos a seguir podrían ser los siguientes:
1.- Comunicación con frecuencia a través de varios canales
Durante y después de un desastre, los empleados deben saber qué sucede en la oficina y qué se espera de ellos. Al ayudar a los empleados a lidiar con el cambio, es importante restaurar un cierto sentido de normalidad. El comunicador debe dar ánimo, confianza, esperanza y seguridad sin llegar a prometer nada que no pueda cumplirse.
Esos canales a los que me refiero, pueden ser cualquiera que utilice la organización asiduamente, desde la intranet, correo electrónico, redes sociales y hasta el teléfono.
También hay que animar a los empleados a que tengan un feedback y utilicen esos mismos canales para contactar con la empresa y sus jefes y equipos.
2.- La empresa debe ser específica y clara.
Una vez que hayan pasado el impacto inicial y el impacto de un evento devastador, la atención de todos comenzará a dirigirse hacia los esfuerzos de limpieza, desinfección, restauración…dependiendo del tipo de evento que haya sucedido, pandemia, terremoto, explosión…
A medida que esta fase se pone en marcha, es especialmente importante mantener informados a todos los empleados sobre lo que vendrá después.
No se puede asumir que los empleados saben lo que se espera porque realmente no es así y, especialmente para eventos sin precedentes. Su comunicación con ellos debe detallar todo en términos muy literales, como:
- Horas de oficina para los próximos días / semanas (incluidos los horarios modificados o regulares)
- Flexibilidad para trabajar de forma remota o a tiempo parcial (si esa es una opción)
- Cómo registrar tiempo fuera del trabajo debido a un desastre
- Si está bien traer a sus hijos a la oficina si no hay clases
- Con qué frecuencia necesitan actualizar a su supervisor sobre su disponibilidad
- Qué partes del edificio no son seguras o no funcionan (si corresponde)
- Condiciones de la carretera y soluciones de tráfico
- Códigos de vestimenta, si se relajan con su protocolo habitual
Los mensajes deberían ser en un horario regular para que los empleados sepan a qué atenerse y cuándo estar pendientes de la información.
3.- Facilitar la asistencia para la recuperación
No hay forma de endulzar esto: los empleados que se recuperen de un desastre natural u otra crisis necesitarán apoyo.
Es posible que tu empresa tenga fondos especiales destinados a la asistencia a los empleados. Pero incluso si no es así, puedes hacer que este momento difícil sea un poco más fácil para los empleados poniéndolos en contacto con organizaciones que pueden ayudarlos.
Por eso, se debería incluir información de contacto (enlaces a sitios web, números de teléfono y direcciones físicas) locales, iglesias y centros comunitarios.
4.- Coordinar los esfuerzos de los voluntarios
Los empleados a quienes les fue bien durante el desastre naturalmente querrán ayudar a sus compañeros de trabajo así que se debería brindar los medios necesarios para ello. En el futuro esto creará un vínculo mayor entre los colaboradores y siempre será beneficioso para la compañía.
5.- Cuidar de los clientes
Comunicarse con los clientes es clave para que comprendan lo que está sucediendo y cómo lo afronta. Ellos también deben comprender que probablemente no se puede brindar el nivel normal de servicio. Sin embargo, hay que ser transparentes con ellos y contarles cuáles son los medios que se están poniendo para remediar y solucionar sus necesidades más críticas y luego asegúrese de cumplir esa promesa.
6.- Lidiar con la distracción del trauma
La recuperación ante desastres lleva semanas, meses y, a veces, incluso años, lo que puede hacer que sea abrumador tratar de volver a encarrilar las cosas. Por eso es importante mantener el ritmo para todos, empleados y empresa.
Con un evento de este tipo, ya sea la pandemia que estamos viviendo, un atentado, un terremoto…nuestra percepción de lo que es el trabajo cambia y nosotros mismos cambiamos. Muchos pueden estar traumatizados, habiendo pasado días o semanas lidiando con su pérdida y las pérdidas de quienes les rodean.
No hay un libro de reglas ni un cronograma establecido para volver a la normalidad, ni siquiera una «nueva normalidad». Todos los procesos cambian de manera diferente.
7.- Prepararse para futuros desastres
Una vez que todo vuelva a la normalidad, debemos actualizar el plan de recuperación ante desastres de la compañía mientras aún lo tenemos fresco. ¿Qué funcionó y qué no funcionó durante el desastre o la crisis? Sería conveniente pedir comentarios a los equipos de trabajo y a los empleados, y luego proporcionar el plan actualizado a todos en la organización. Esto nos ayudaría a estar preparados para el próximo desastre que, esperamos no venga nunca, pero si lo vuelve a hacer, ya sabemos cómo actuar.
