En mi anterior artículo escrito en plena primera ola de la pandemia que con tanta virulencia nos está castigando, reflexioné sobre el teletrabajo COVID 19, como técnica de supervivencia laboral (survival job) en la que se dan una serie de factores como son la forzada pérdida de colaboración con los compañeros de trabajo, aislamiento debido al estado de alarma, que entre otras cosas puede generar miedos de todo tipo, dificultades en el acceso a las diferentes plataformas utilizadas en la rutina diaria o deficiencias conceptuales para utilizar las tecnologías que nos posibilitan el teletrabajo, trabas para el cumplimiento de las normas referidas a las seguridad y protección individual en el puesto de trabajo, falta de cultura y experiencia en esta modalidad que implique un método de funcionamiento diferente del presencial, ambiente extraño para el desarrollo de la actividad que no nos permite separar y definir de forma clara trabajo y vida familiar…
Al final del artículo llegué a la conclusión de que el concepto más apropiado para denominar en ese momento al teletrabajo era survival job
Pero ahora, ya se están incorporando alguna de las cuestiones que se mencionan en este informe que define qué características se han de dar en el teletrabajo, por lo tanto puede ser un buen momento para hacer una revisión y ver que conclusiones se pueden sacar.
Existen indicios de que la productividad está aumentando por diferentes motivos, ya sea porque nos estamos centrando más y pueda haber bajado algo la incertidumbre o porque todo el ecosistema de herramientas, comunicaciones, nuevas formas de relación han pasado a formar parte habitual de la vida de la mayoría de nosotros y nos resulta más cómodo e intuitivo. También estamos aprendiendo a desvincular el horario y lugar de trabajo de nuestra vida privada con la adecuación de espacios en nuestras casas dotando de mayor comodidad y ergonomía nuestros puestos, y contribuyendo al cumplimento de la legislación sobre seguridad.
En cuanto a conciliación, también hay una enorme diferencia si comparamos los dos estadios temporales. Estamos aprendiendo a que se puede convivir con el COVID-19 teniendo las aulas de los colegios abiertas, sin truncar la educación de nuestros hijos trabajando en procedimientos de relación e inversiones materiales y recursos humanos. De esta forma conviven la enseñanza a distancia, con programas especiales preparados para ello y la alternancia de tiempos presenciales, haciendo un poco más llevadera la vida de las familias.
Si nos centramos en otras de las características del informe, los costes de producción de las empresas, en muchos casos ya se están ajustando con acciones como por ejemplo de eliminación o reducción de espacios físicos de trabajo, aunque por otro lado se han tenido que hacer grandes inversiones en tecnología para dotarnos a todos nosotros de las herramientas necesarias.
En estos momentos ya tenemos una nueva ley que regula el teletrabajo, Ley del trabajo a distancia (LTD) por lo tanto esta forma masiva de relación con el mundo laboral perdurará en el tiempo y sobrevivirá a esta pandemia y a cualquier causa que en el futuro nos exija la reducción del contacto físico.
Como conclusión, creo que la transición de survival job de mediados de marzo del 2020 a teletrabajo se ha realizado, o por lo menos el camino recorrido es importante y a partir de aquí tenemos bastante claras las metas que hay que cruzar.
Debemos de seguir evolucionando para seguir avanzando en aspectos muy importantes del informe que define al teletrabajo, reduciendo aún más los costes de producción, consiguiendo una expansión y crecimiento de proyectos empresariales, mejorando en responsabilidad para minorizar el presentismo y eliminar el absentismo laboral, avanzar mucho más rápido en la integración laboral de personas con capacidades diferentes, reducir muchísimo más los desplazamientos, con las implicaciones que esto tiene en accidentabilidad, pérdidas de tiempo en atascos y respeto al medio ambiente y dar pasos firmes y amplios en lo referente a la conciliación familiar.